Centro Nacional de Epidemiología

Según el informe, la temporada de gripe se caracteriza por una circulación predominante del virus denominado A(H1N1)pdm09, que nos recuerda a su vez  la gripe está ocasionada por tres tipos de virus, A, B y C (éste último no suele ser epidémico), y que existen subtipos y linajes distintos dentro de estos tipos, según ha explicado el equipo del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, del Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII. 
Según el informe, la temporada de gripe se caracteriza por una circulación predominante del virus denominado A(H1N1)pdm09. Cabe recordar que la gripe está ocasionada por tres tipos de virus, A, B y C (éste último no suele ser epidémico), y que existen subtipos y linajes distintos dentro de estos tipos.
El año 2020 ha comenzado en España con una tasa global de incidencia de gripe que va en aumento, hasta alcanzar según los últimos datos 54,6 casos por cada 100.000 habitantes. De las detecciones notificadas desde el inicio de la temporada 2019-2020 hasta el momento, el 55,5% son tipo A -80% del virus A (H1N1) pdm09- y el 44,5% son tipo B.
El informe también señala que, de los casos graves hospitalizados confirmados de gripe notificados hasta el momento, el 91% son virus de la gripe A. El 44% se ha registrado en el grupo de mayores de 64 años, mientras que el 30% aparece en el grupo de 45 a 64 años.
En el sistema centinela de vigilancia de gripe en España (ScVGE) participan dieciséis redes de vigilancia (Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Madrid, Navarra, País Vasco, La Rioja, Ceuta y Melilla) coordinadas a nivel nacional por el Centro Nacional de Epidemiología (CNE). Estas redes están basadas en la colaboración voluntaria de profesionales sanitarios de atención primaria seleccionados de manera aleatoria en una zona geográfica y están dirigidas a la recogida de información de morbilidad por gripe sobre una muestra de la población de esa zona.

Síntomas y tratamiento

Desde el Instituto Carlos III nos recuerdan que “la gripe es una enfermedad respiratoria vírica, caracterizada por síntomas como fiebre -no siempre aparece-, tos, dolores musculares, dolor de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica, aunque en personas consideradas de riesgo la enfermedad puede llegar a ser grave.
La gripe estacional se propaga con rapidez en los inviernos de las regiones templadas, como España, provocando las clásicas epidemias estacionales, que en el entorno europeo pueden llegar a afectar en torno a un 20% de la población.

Contagio

Al toser o estornudar, las personas infectadas dispersan en el aire, a distancias de hasta 1 metro, gotículas infecciosas que contienen virus, infectando así a las personas que están cerca e inspiran esas gotículas. El virus también puede transmitirse por contacto, por ejemplo a través de las manos. Para prevenir la transmisión es recomendable lavarse las manos frecuentemente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser, o hacerlo en la parte interior del codo. El periodo de incubación (tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de la enfermedad) es de unos 2 días, pero puede oscilar entre 1 y 4 días.

Grupos de riesgo

Los grupos de mayor riesgo de sufrir complicaciones graves derivadas de la gripe son las embarazadas, las personas mayores y todas las personas de cualquier edad con enfermedades crónicas (cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas, neurodegenerativas, hepáticas o hematológicas) o inmunodeprimidas (por enfermedades como el VIH/sida o ciertos cánceres, o por tratamientos como la quimioterapia o los corticoides). Los profesionales sanitarios también tienen un mayor riesgo de infectarse por los virus de la gripe y, sobre todo, pueden trasmitirlos a personas con alto riesgo de complicaciones.
Los pacientes con enfermedad leve pueden recibir tratamiento basado en el alivio de los síntomas, como la fiebre, aunque la gripe tiene la misma duración, en torno a una semana, con o sin tratamiento. Si la enfermedad es leve no es preciso acudir al médico. En el caso de personas con enfermedad grave o progresiva asociada a la gripe que requieran hospitalización, deben recibir fármacos antivirales lo antes posible, en las primeras 48 horas después del inicio de síntomas para maximizar el beneficio terapéutico. Hay que recordar que la gripe, al ser una enfermedad causada por virus, no se trata con antibióticos.

La vacuna

“Además de evitar contagios, la vacuna anual contra la gripe estacional es la mejor forma de protegerse contra la enfermedad”, explica Larrauri. “No todo el mundo debe vacunarse”. La estrategia de vacunación está basada en prevenir las complicaciones graves, por lo que está dirigida a los grupos con alto riesgo enumerados anteriormente.
Las vacunas contra la gripe producen anticuerpos protectores aproximadamente dos semanas después de la vacunación. Por ello, lo mejor es vacunarse antes de que los virus de la gripe comiencen a propagarse. La composición de la vacuna va cambiando cada año y protege contra los virus incluidos en la vacuna de cada temporada.

Puedes acceder al informe completo pinchando aquí